May 04, 2025

Once Caldas, campeón del torneo Apertura 2009 del fútbol colombiano

  • Jun 29, 2009
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Si el Roberto Meléndez no se convirtió de manera total en un funeral la noche del domingo fue porque un puñado de jugadores vestidos de blanco, en la cancha, y de aficionados, en una tribuna, festejaron el título del Once Caldas, el segundo en seis años, y frente al mismo rival al que derrotó para coronarse en el 2003.

 

 

El gran silencio imperó en el estadio desde el minuto 28 del segundo tiempo, con el remate de Dayron Pérez para el 3-1 definitivo de la visita. Pero desde antes, desde mucho antes, el escenario pareció un camposanto, cada vez que el equipo de Manizales quedó con ventaja en el marcador.

 

Tanto, que mientras el director técnico Javier Álvarez, en ropa deportiva y gorra blanca, corrió hasta cerca del tiro de esquina, del costado norte a celebrar con Pérez, un interminable desfile de aficionados 'rojiblancos' inició el abandono del coliseo deportivo.

 

Cuando Óscar Julián Ruiz sonó el pitazo final cerca de 20 mil de los 60 mil asistentes con que comenzó el juego estaban en la calle. Y quienes se quedaron permanecieron tranquilos en las gradas, con las cabezas enterradas, observando cómo se escapó de manera increíble la sexta estrella en la historia juniorista.

 

El gran silencio se rompió porque el peruano Johan Fano, clave en el conjunto blanco y ausente en la final por suspensión, corrió gritando a la cancha y se unió a sus compañeros que se tiraron a la grama cerca del arco sur del estadio Metropolitano Roberto Meléndez, formando una pirámide humana.

 

Álvarez, que los últimos minutos permaneció abrazado con sus asistentes en la raya, giró su cabeza hacia atrás y saludó al puñado de aficionados visitantes que ubicados en la parte superior de las gradas de occidental, en línea con el banco caldista, brincaban eufóricos.

 

En la cancha, el goleador juniorista Teófilo Gutiérrez, que tiene como consuelo el 'Botín de oro' gracias a los 16 tantos que anotó, desapareció en el camerino en medio del llanto, como lloraba parte de sus seguidores en las tribunas. Parecía un funeral, pero no lo era: los jugadores de blanco, con su festejo en un costado de la cancha, demostraban lo contrario.

 

Media hora después del pitazo final, y tras la premiación oficial de La Dimayor, ya sin 'rojiblancos' en la cancha ni en las gradas, los jugadores caldenses dieron la vuelta olímpica, con el trofeo del gran campeón en lo alto.

 

Henríquez pidió una foto con el trofeo en el piso. También Sinisterra. Uno a uno los de blanco posaron con el galardón, mientras las medallas de justo campeón -por tercera vez en su historia- colgaban de sus cuellos. Faltó la champaña para redondear la fiesta de la fiesta caldense, que 'pintó' la noche como un velorio barranquillero.

 

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