Jul 16, 2025

La lucha de mujeres para salir del estigma en un barrio fundado por las extintas FARC

  • Jul 09, 2025
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La lucha de mujeres para salir del estigma en un barrio fundado por las extintas FARC
El barrio nació como invasión promovida por la extinta guerrilla de las FARC durante la zona de despeje.
Foto: Daniela Rojas

 

El marcado liderazgo de las mujeres no solo ha permitido superar los estereotipos, sino que ha mejorado las condiciones de vida y la dignidad a esa comunidad.

 

Cuando Fernanda habla sobre su barrio lo compara con una maternidad primeriza. Desde hace 25 años ha visto nacer y crecer una comunidad que se resiste al abandono y que lucha por cambiar el estigma de vivir, o sobrevivir, en un lugar que se fundó como una invasión, promovida por la extinta guerrilla de las FARC, durante la época del “despeje” en San Vicente del Caguán.

 

Con la violencia y las carencias al hombro, un grupo de mujeres cansadas de los prejuicios decidieron transformar y embellecer el sector 3 del barrio Ciudad Bolívar, y al mismo tiempo, trabajar por el sustento de las más de 400 personas que lo habitan. Entonces se dedicaron a recolectar material reciclable para decorar el cielo y las fachadas de las pequeñas casas.

 

A simple vista no parece un barrio más de San Vicente del Caguán. Con ayuda de la comunidad se encargaron de pintar las calles pavimentadas con dibujos de navidad: muñecos de nieve, bastones de dulces, versiones de papá Noel. Los techos están llenos de pequeños pulpos y serpentinas de flores hechas con botellas y tapas que parecen celebrar la vida. Peces, caballos y aves plasmadas en las paredes invitan a que los visitantes se queden. Los colores que llenan el barrio son sinónimo de empoderamiento.

 

“Queríamos ver a nuestro barrio con unos ojos diferentes. En el momento en el que decidimos cambiar el chip es por la estigmatización que nos han tenido como sector. Para nadie es un secreto que Ciudad Bolívar viene de una invasión del año 2000. Han pasado 25 años y no podemos seguir permitiendo que las personas nos difamen o nos critiquen porque somos un barrio humilde, la idea es que nosotros podamos resaltar el talento que tenemos dentro de nuestros sectores”, relata con orgullo y firmeza, Fernanda Palencia, quien es la presidenta de la Junta de Acción Comunal del sector 3 y lidera el proyecto de recuperación.

 

El barrio Ciudad Bolívar está conformado por nueve sectores que fueron fundados por miembros de la extinta guerrilla de las FARC cuando San Vicente del Caguán fue declarado como zona de despeje en la época del fallido proceso de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y ese grupo armado ilegal entre los años 1998 y 2002. Tras la ruptura de la negociación, el Caguán, pero específicamente Ciudad Bolívar, es blanco de estigmas.

 

Si bien la formación de ese barrio fue a partir de la invasión de terrenos, hoy por hoy es un territorio legalizado y a pulso las comunidades han logrado la instalación de servicios públicos y alcantarillado. Asimismo han impulsado dinámicas sociales e iniciativas encaminadas a la resistencia y la construcción de paz desde sus propios hogares.

 

Fernanda hace cuentas y cree que en el sector 3, que es su localidad, viven por lo menos 458 personas entre ex combatientes, desplazados y víctimas que han llegado de todas partes del país. Ella también resalta que el papel de las mujeres lideresas ha sido clave en la construcción de su entorno y en la eliminación del miedo colectivo que los consumía.

 

“Con este proceso en el barrio nos hemos quitado el miedo. Esto hace que nosotros nos hayamos podido unir con reinsertados, madres cabezas de hogar, viudas, abuelos. Hemos pensado que así como nosotros somos vulnerables, también somos valientes”, resalta.

 

La lucha de mujeres para salir del estigma en un barrio fundado por las extintas FARC
Desde su rol como en las juntas de acción comunal, las mujeres lograron acceder a los servicios básicos e incluso construyeron tuberías comunitarias para el manejo de aguas. También se juntaron para mejorar las casas de sus vecinos que eran de barro, de tablas y de cartones.
Foto: Daniela Rojas

 

La zona de despeje en San Vicente del Caguán marcó un punto clave para las comunidades, pues a partir de su establecimiento se asentaron comunidades en las periferias que resistían al conflicto y arraigaron liderazgos en el territorio. En esa dinámica, explica Fernanda, familias enteras empezaron a llegar con la esperanza de tener un refugio.

 

Así lo recuerda ella: “Desde nuestro sector hemos contado muchas historias tristes porque el tema de la violencia afectó a muchas familias, pero también tenemos historias bonitas. No ha sido un camino fácil. Desde las Juntas de Acción Comunal pedíamos tuberías y acceso a servicios, pero todavía hay sectores que no tienen acceso completo a la luz. Hace algunos años solo nos colocaban el servicio del agua cada 12 días, por cada dos o tres horas. Hoy podemos decir que las luchas nos permitieron tener tubería, agua y luz”.

 

Desde su rol como presidentas de las juntas, las mujeres lograron acceder a los servicios básicos e incluso construyeron tuberías comunitarias para el manejo de aguas. También se juntaron para mejorar las casas de sus vecinos que eran de barro, de tablas y de cartones.

 

“Llegué al barrio en 2004 a una casita de madera chiquita. No tenía servicios, no tenía baños, pero nos quedamos porque veníamos de una situación muy dura. Cuando llegué todo esto era tierra y barro por todos lados. Hasta el momento hemos surgido mucho en este barrio, no es como la gente dice que tiene mala imagen, la verdad es un sector muy bueno y muy tranquilo, no es como lo pintan. Hemos ido cambiando la mentalidad de la gente. Las mujeres siempre hemos sido más echadas para adelante, más pensadoras, aunque a veces tenemos muchas rivalidades, pero aquí vamos. Hemos demostrado que entre mujeres sí podemos salir adelante”, relata Sandra Méndez, secretaria de la JAC.

 

Fernanda resalta ese valor. “Me siento afortunada con mi equipo de trabajo, la mayoría somos mujeres. Hay hombres que nos apoyan. Pero en la mesa directiva somos solo mujeres, todas campesinas. Tenemos madres desplazadas, solteras, viudas. Las mujeres de este sector somos empoderadas, somos unas berracas. Desde la más abuela hasta la más joven quiere emprender”.

 

Aún con proceso de paz fallido y en medio de la violencia, la unión de la comunidad permitió resistir en el barrio, apropiarse de su lugar en el mundo y construir su propia paz. Muestra de ello es que Ciudad Bolívar tiene incluso una bandera propia.

 

Fernanda explica que los colores rojo, blanco, negro y amarillo son sus principales referentes. El rojo representa los líderes sociales del territorio que fueron asesinados desde el año 2000, el blanco significa la apuesta de paz de la comunidad y el negro simboliza la valentía que tenemos. “Todos trabajamos por sacar el barrio adelante. 25 años después podemos decir que nos sentimos afortunados de vivir en San Vicente del Caguán, más en Ciudad Bolívar. No nos da pena porque ahora estamos posesionados en el territorio”, concluye.

 

Embellecer el barrio para ganarle al estigma

 

Fernanda enseña con orgullo el sombrero vueltiao, la vaca, los caballos, el colibrí, el armadillo y el resto de animales de su región que pintaron y decoraron con tapas de botellas de plástico. Una a una fueron pegadas con silicona formando las obras que le dan vida al barrio y a cada figura le tienen una reseña histórica, como si fuera un museo al aire libre.

 

El proyecto de restauración del barrio se inauguró en diciembre de 2024 para darle la bienvenida a la navidad. Para lograrlo, la comunidad trabajó con más de 20.000 botellas plásticas y tapas, latas, tubos, engrudos y otros materiales reciclables para construir más de 60 imágenes decorativas y así darle una oportunidad al reciclaje y a la sostenibilidad.

 

El trabajo se realizó de la mano de la asociación de recicladores de San Vicente del Caguán, Asor Heliconia, Katerine Fernández hace parte de esa asociación y se vinculó al proyecto para proveer a la comunidad de material reciclado en las rutas por el municipio.

 

“Para los recicladores es muy importante ayudar a las comunidades y sacar sus proyectos adelante. Somos una asociación de recicladores, salimos a hacer la ruta y luego se direcciona el material a la comunidad que lo requiera”, explica.

 

Una de las principales apuestas de los habitantes del sector 3 de Ciudad Bolívar es apostarle a sus proyectos a través del reciclaje, la cultura y el turismo. “Esta idea nació desde el 2024 y quisimos apostarle a todo lo que tenga que ver con reciclaje, cultura, turismo y gastronomía. Nosotros como Junta de Acción Comunal queremos demostrar que con cosas muy mínimas podemos embellecer nuestros sectores”, señala Fernanda.

 

En ese apuesta, la comunidad tiene un grupo de artesanos que se dedica a vender los productos en el parque principal, además tienen venta de gastronomía típica. Pero sus planes también van dirigidos hacia la niñez del barrio, donde cada vez menos se ve a los pequeños jugando a la guerra con pistolas de plástico que disparan agua.

 

“Los niños están recibiendo capacitación de artesanías para que ellos aprendan a emprender. Tenemos una chica de deporte y para los niños es obligatorio cada ocho días salir a jugar fútbol. Si los recogemos no le vamos a dar espacio a la drogadicción. En el nivel educativo, en el año 2021, tuvimos deserción escolar de niños, pero como Junta de Acción Comunal estuvimos al frente de ese proceso. Fue duro porque los niños se retiraban por falta de útiles y de alimentación, entonces adoptábamos dos o tres niños para apoyarlos. Desafortunadamente hemos perdido algunos niños que se han ido para la guerrilla, pero pudimos salvar la mayoría”, cuenta Fernanda con una sensación agridulce.

 

Las mujeres de Ciudad Bolívar también resaltan que este proyecto le ha aportado a la paz, empezando por sus propios hogares y relaciones con los vecinos, pues les ha ayudado a resolver las tensiones que se generan por convivencia. Incluso, si algún vecino tiene conflicto con otro, entonces de manera consciente las mujeres los unen para trabajar.

 

“Hemos logrado mucho. No es fácil trabajar con toda la comunidad. Tenemos un comité de conciliación para no pelear. Nos sentimos felices porque hemos logrado muchas cosas como el alumbrado público y que muchas personas vengan a conocer el sector 3 porque antes nosotros éramos invisibles, nadie nos conocía. De eso se trata”, agrega Fernanda.

 

Una apuesta a seguir luchando

 

Con más de medio camino ganado, las mujeres del barrio tienen plena confianza en que van a continuar con su proyecto. Mientras Fernanda lanza al aire esas afirmaciones, el resto de mujeres que hacen parte de la Junta de Acción Comunal asienten con la cabeza y se les ilumina el rostro cuando ella suelta la frase “Vamos a estar mejores que nunca”. Lo que viene es que en octubre van a decorar más el barrio con la ayuda de un diseñador de cara a una próxima inauguración con un festival de tres días en diciembre.

 

Cuando piensan en el futuro se imaginan un barrio turístico, cultural y gastronómico con cientos de turistas en sus calles tomándose fotos con el acordeón hecho de tapas plásticas y el imponente árbol de navidad decorado con luces de colores y botellas transparentes.

 

Para hacer sus sueños realidad y transformar su barrio, ellas saben que necesitan un empujón extra. “Todo lo que necesitamos es apoyo para nuestros proyectos. Ojalá que a nivel nacional alguien nos patrocine. Queremos legalizarnos y tener personería jurídica para nuestra asociación”, explica Fernanda.

 

El llamado de la comunidad también es para el gobierno local y nacional. Laura Flórez es la tesorera de la Junta de Acción Comunal y resalta que quieren salir adelante.

 

“Queremos seguir trabajando para que nuestra comunidad salga adelante y salir de ese mal pasado. Hemos trabajado unidos por el proyecto porque queremos el mejoramiento de nuestro barrio y de nuestro sector. Queremos que visiten nuestro sector y conozcan lo bonita que es la comunidad. Queremos salir adelante. Queremos que la administración actual también se vincule. Al gobierno nacional que por favor ponga los ojos en nuestra comunidad, en nuestro pueblo porque podemos ir progresando con ayuda de ellos. Nosotros hemos ayudado a que ellos estén donde están, entonces que también nos ayuden a salir adelante con el proyecto porque generamos paz y economía, todos los días trabajamos”, dice.

 

Para Fernanda lo más importante es que el proyecto también sirva para quitar el estigma de la guerra sobre el territorio y que el país le preste atención a San Vicente del Caguán. Mientras eso sucede, ella respira profundo, sonríe y dice que después de tanto camino recorrido y tantos logros alcanzados como comunidad, ya se sienten como reyes.

 

*Esta pieza periodística hace parte de la iniciativa “Comunidades que Transforman” de El Espectador, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ por su sigla en inglés) y la Embajada de la Unión Europea. Esta es una alianza para producir contenidos que narran los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, las autoridades y el sector privado en la construcción de paz.

 

Comunidades que Transforman

 

 

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