Emiro González Paz en primer plano.
Información y fotos: Salvatore Laudicina Ramírez
Hace 20 años, merced al liderazgo de Emiro, el 23 de mayo de 1992, zarpó por primera vez La Esperanza: Clínica Móvil que ha llevado gratuitamente atención en salud a los habitantes del Litoral Pacífico y para muchos ha sido su único punto de contacto con la civilización.
En un evento realizado en la Catedral San Buenaventura, el médico Emiro González Paz recibió un homenaje por los 20 años del primer viaje del barco-hospital La Esperanza.
Acompañado de sus amigos más cercanos, González Paz celebró esta fecha significativa y reiteró su deseo de que La Esperanza regrese pronto a los ríos y zonas rurales de la costa Pacífica colombiana para llevar salud a los más necesitados.
Biografía de Emiro González Paz
(Por: Roberto Lozano Batalla)*
El 27 de noviembre de 1933, hace 79 años, nació Emiro González Paz, en Quibdó, Chocó, y hace 58 años, en 1954, echó raíces en Buenaventura, consagrándose al servicio ciudadano, en donde cariñosamente se le apoda “Cañana”, expresión sinónimo de perseverancia, persistencia, tozudez, o verraquera, voces que encuadran al describir su personalidad.
Se graduó de médico cirujano y en él lapso de su escolaridad, cuando el bachillerato y la carrera, ganó prestigio en fútbol, como arquero, y en baloncesto, de armador.
Entre 1960 y 1976 ejerció en esta plaza como médico legista, y desde 1962, trascendió como músico percusionista y vocalista de la agrupación folclórica La Marucha, de la cual fue su fundador y director 16 años.
En 1965, fue elegido presidente de la Comisión de Educación Física, entidad hoy llamada Dirección Técnica de Deportes, y durante su administración, después de 425 años de fundado, por fin Buenaventura logró realizar un campeonato nacional de deporte alguno: el de Levantamiento de Pesas, gestionado y organizado por Roberto Lozano Batalla, en la división máxima, de mayores, en el cual, Buenaventura alcanzó resonancia deportiva internacional, hasta hoy, al 2012, inigualada entre nosotros.
Al nacional de Buenaventura, en Pesas, de 1965, concurrieron 16 Ligas; el gobierno municipal del alcalde comerciante Hernando Arango Arango, concedió su aval para que el evento fuera oficial, y en el Coliseo, mas no hizo ningún aporte económico; Coldeportes no existía, apenas nació en 1968, creado por el presidente y abogado Carlos Llegas Restrepo.
Los miembros de la Comisión de Educación Física, de Buenaventura, o Comifísica, de entonces, con su presidente, el médico Emiro González Paz, a la cabeza, y quien mandaba con su bolsillo, eran honoríficos; a toda la visita, conforme la usanza de esos días, sus anfitriones les aportaron: agasajo de bienvenida y de despedida, el transporte urbano, los alimentos, y la premiación, consistente en trofeos a los tres primeros equipos, más medallas y diplomas a los participantes; en esa época, era un escándalo pensar siquiera en pagarle a un pesista por competir, menos en el orden de cifras monetarias millonarias como hoy, que desdibujan aquella filosofía de aficionados o amateurs que se nos inculcó, dizque supervisados por los entes internacionales que decían velar por su pureza.
A cada delegación le fue asignada una madrina y cada madrina supo serles galante con atenciones; no faltó el Altar de la Patria, representado por el despliegue de las banderas de cada departamento, prominente la de Colombia, y la propia bonaverense; Risaralda, recién segregada de Caldas, por primera vez ondeó su bandera en un evento deportivo nacional; nuestra música autóctona, a manos del maestro Arturo Valois Arce, llenaba de alegría el recinto; para cubrir los gastos del evento la organización, junto con su propio esfuerzo, buscó el aporte ciudadano, visitando puerta a puerta con el mate en la mano.
El pueblo respondió en todas las fechas (octubre 8/13/1965), concurriendo masivamente, y a nadie se le cobró nada. La prensa y las emisoras locales, de turno, Radio El Sol, y Radio Buenaventura, así como la prensa regional y nacional, liderados por el zar de las comunicaciones del momento, el periodista Hernán Caícedo Cáseres, “Hercaica”, cubrieron profusamente, todo sin costo.
El hotelero bonaverense Álvaro Fong, hospedó gratis, a la delegación más numerosa, y rebajó para todas las demás, en un 20 por ciento sus tarifas; el maderero Jaime Ramírez Abadía, aportó de su industria todo el material y la mano de obra en la confección de los tinglados necesarios a la competencia; la Junta de Deportes del Valle, prestó un juego de pesas olímpico, y terminado el torneo se les devolvió.
Producto de nuestro esfuerzo económico, a Buenaventura le quedaron dos juegos de pesas olímpicos, una plataforma reglamentaria de competencia y otras dos para calentamiento. Se confirmó nuestra capacidad organizadora; Valle volvió a ganar; se impusieron ocho récors suramericanos de mayores; entre el antes y el después, por quince días fuimos buena noticia nacional e internacional, fruto de un equipo organizador, que aportó sin timideces su esfuerzo físico, intelectual, y su peculio, en aras del buen nombre para la ciudad de sus amores: Buenaventura. Duele, eso sí, que los juegos de pesas y las tarimas que a manera de herencia se dejaron, desaparecieron; no se sabe a las manos de quién, y… averígüelo Vargas!.
Emiro fue concejal de Buenaventura en 1974; entre 1986 y 1988, presidente de la Cámara de Comercio local; el 23 de abril de 1986, recibió el Trofeo Regional aniversario Diario El País, de Cali, al Mérito Cívico, y el 14 de julio de 1990, creyó en una ilusión cuando monseñor Heriberto Correa Yépez bautizó su Buque Hospital La Esperanza, y en esa ceremonia el gobernador y médico Ernesto González Caicedo hizo un pronunciamiento que resultó político: “Que no se preocupe más el colega Emiro, -dijo- mi gobierno dotará en breve a Buenaventura con dos amplias naves marineras para el socorro médico y equipará satisfactoriamente para el servicio a La Esperanza, esa noble obra del galeno amigo, y así los litoraleños recibirán su redención”. Así lo dijo, y nos deslumbró, pero nunca nada se cumplió.
Emiro y Rafael Bernat Ochoa, de Presidente el primero, y de Secretario Ejecutivo, el segundo, de la Cámara de Comercio de Buenaventura, fueron quienes persistieron hasta lograr convencer al samario parlamentario Pedro Emilio Vega Vence, residente nuestro por más de 50 años, hasta conquistar para Buenaventura, sancionada por el Presidente Belisario Betancur Cuartas, la Ley 11 de enero 8 de 1986, que ordena hacer en Buenaventura un Centro de Convenciones, con Museo Marino, orden no cumplida en 26 años por el Gobierno, ni jamás gestionada por nuestros políticos, indolentes hacia el bienestar del pueblo.
Hace 20 años, merced al liderazgo de Emiro, el 23 de mayo de 1992, zarpó por primera vez La Esperanza: Clínica Móvil que ha llevado gratuitamente atención en salud a los habitantes del Litoral Pacífico y para muchos ha sido su único punto de contacto con la civilización.
La Esperanza es la obra cumbre de Emiro González Paz; logrando dotarla de excelentes equipos que incluye un moderno y vital aire acondicionado cedido por las Damas Voluntarias de Miami. La nave, que es un propósito de atención voluntaria para el pueblo, registra más de 35 mil consultas médicas y odontológicas en 190 viajes, además de cirugías, partos y entrega de medicamentos, pero ahora está varada; no hay recursos para pagar los gastos de alimentación, combustible, equipo médico y paramédico, medicinas y tripulación del barco, pues esos recursos, que han llegado producto de donaciones voluntarias, hace seis años no se dan, y la nave está amarrada a su muelle, pues cada viaje de 10 días, cuesta trece millones de pesos; la comunidad fatigada de prestarle apoyo, se abstiene de hacerlo, en esencia, porque mira con desconcierto la cómoda posición gubernamental de dejar hacer sin que le cueste nada; sea hora de entender que este barco no es de Emiro; él fue su creador, pero desde siempre lo ha brindado comprobadamente, libre de interés personal a la comunidad del Pacífico.
Salvatore Laudicina Ramírez, es un muchacho en edad, bonaverense, profesional de las comunicaciones, sensible ante las cosas del honor, a quien todos los aquí congregados por él, estamos respondiendo para con él en grupo, físicamente testimoniarle a Emiro, el afecto y gratitud que nos inspiran sus patrióticas hazañas en bien del colectivo social, particularmente, cuando de Buenaventura se trata, y el orgullo que nos causa sabernos distinguidos con su amistad.
*Historiador de Buenaventura y del Pacífico colombiano. (23-05-12).
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