Jul 01, 2025

El guardián de la memoria y del archivo que se niega a desaparecer en Chocó

  • Jun 30, 2025
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El guardián de la memoria y del archivo que se niega a desaparecer en Chocó
Gonzalo Díaz hace parte de una “red de vigías” que tiene el Chocó para preservar la memoria del departamento.
Foto: Laura Salomón Prieto

 

Durante décadas, Gonzalo Díaz ha escarbado entre papeles, cintas y fotos para salvaguardar del olvido la historia del departamento. Su trabajo llevó a la creación de la Hemeroteca Digital del Chocó, una colección que quiere ser imprescindible para reconstruir el tejido social y romper el ciclo de la repetición de la violencia.

 

Gran parte del invaluable archivo histórico del Chocó está guardado en un cuarto que alberga todo el frío que nunca tendrá el departamento. Ahí, lejos de la despiadada humedad que todo lo deforma, lo corroe y lo enmohece están guardadas colecciones de autores chocoanos, fotografías, videos y periódicos que, tal como la región, resisten firmes al paso del tiempo y al abandono.


 

Aún falta mucho para que todo ese material esté en el orden que debe estar. Los cajones no tienen la seguridad que deberían, falta un protocolo para manejar los libros, para cuidarlos y para mantenerlos, incluso algunos lomos están ya raídos por el implacable paso del tiempo… pero al menos ya hay algo, dice Gonzalo Díaz, el responsable de luchar contra la desaparición de la memoria escrita, sonora, visual y fílmica de una región históricamente golpeada por la violencia.


 

Gonzalo es desde hace décadas mucho más que un periodista en el departamento del Chocó. Es un investigador y gestor cultural, historiador autodidacta y coordinador de comunicaciones de la Universidad Tecnológica del Chocó, además de director de la emisora Radio Universidad de esa institución.


 

Ha dedicado su vida a una causa que pocos asumen con tal devoción: ser el guardián de la memoria y, al tiempo, escarbar en todo lado para encontrar esa foto que muestra una marcha, un vecino, una fachada de una tienda que ya no está; rescatar del olvido a un escritor chocoano o remover cientos de imágenes para encontrar esa que quedará para la posteridad. En resumidas cuentas, Gonzalo tiene el raro oficio de salvaguardar el pasado y encontrar en el presente algo que quede para el futuro.


 

Desde el Centro Nacional de Estudios y Documentación de las Culturas Afrocolombianas en la Universidad Tecnológica de Chocó, en Quibdó, donde está por ahora el archivo, Díaz lidera un ambicioso proyecto que comenzó con una pregunta urgente: ¿cómo rescatar los archivos periodísticos, literarios y visuales que estaban desapareciendo bajo el clima húmedo del Chocó y la negligencia institucional? La respuesta tomó forma en la creación del Archivo Fotográfico y Fílmico y, sobre todo, en la fundación de la Hemeroteca Digital de Chocó Efraín Gaitán Orjuela, una joya documental que lleva el nombre del sacerdote y periodista que digitalizó los más de 65 tomos de periódicos locales con los que se abrió la colección.


 

“Este centro alberga varias colecciones patrimoniales de gran importancia. Tenemos la Sala Chocó, que es una colección de literatura de autores chocoanos, y tenemos nuestra Hemeroteca del Chocó, que la hemos bautizado Efraín Gaitán Orjuela, por haber sido la persona que acopió toda esta información”, explica Díaz.


 

Y agrega: “Son cerca de 65 tomos que contienen periódicos muy importantes para la historia regional, siendo el más antiguo de ellos el periódico “La Opinión”, de 1947, que dirigió en su momento el doctor Tomás de Aquino Moreno (…). La base de la colección fue un acervo recuperado por el padre Fray Gaitán, autor del libro “Rastros y rostros del periodismo chocoano”. Él logró acopiar todos estos materiales, los cuales entregó a la Universidad Tecnológica del Chocó hace unos 15 años. Han estado dispuestos para el servicio de los usuarios, pero haciendo una revisión exhaustiva encontramos que muchos de ellos se estaban deteriorando y era urgente digitalizarlo”, dice Gonzalo.


 

La colección, cuenta, fue posible tras ganar el año pasado el Programa Nacional de Estímulos del Ministerio de Cultura y, de la mano de la Biblioteca Nacional, que entregó material en microfilm.


 

Además de los archivos locales, el equipo ha buscado material en otras ciudades y centros documentales. En la Biblioteca Nacional encontraron el “Indígena Chocoano” (1834), el primer periódico del departamento. “Allá están también “El Constitucional del Chocó”, “El Heraldo de Istmina”, “El Día” y “ABC”, el más representativo del periodismo chocoano que circuló entre 1914 y 1948”, afirma con orgullo.


 

“Tenemos recursos muy importantes para la historia regional y para el estudio del conflicto, especialmente en los años 80 y 90, donde los periódicos comienzan a documentar la llegada del conflicto armado al Chocó y cómo los periodistas regionales lo narramos”, explica.


 

El guardián de la memoria y del archivo que se niega a desaparecer en Chocó
La hemeroteca tiene cerca de 65 tomos que contienen periódicos muy importantes para la historia regional. El más antiguo de ellos el periódico “La Opinión”, de 1947.
Foto: Laura Salomón Prieto

 

Las noticias, el bucle interminable


 

Entre los hallazgos más sorprendentes está una edición de 36 páginas que el periódico “ABC” dedicó a César Conto Ferrer, político liberal cuyo monumento está en el parque Centenario de Quibdó. “Murió en Guatemala y sus restos fueron traídos al Chocó en 1934. Fue un homenaje sin precedentes”, asegura.


 

En los documentos hay archivos de diarios como “Noticias del Chocó”, “Horizonte Chocoano”, “El San Juan”, “La Nueva Opinión”, “La Prensa del San Juan” y “El Misceláneo”.


 

Pero lo más llamativo, explica Gonzalo, es la repetición de noticias a lo largo de los años. “Muchas promesas presidenciales, proyectos que se quedan en grandes anuncios: la carretera Panamericana, los canales interoceánicos, la vía Quibdó-Medellín... Estamos en 2025 y todavía faltan más de 15 kilómetros por intervenir”, se lamenta.


 

Ni qué decir de los hechos de violencia que siguen azotando con fuerza a este lado del Pacífico. El gobierno de Gustavo Petro tiene un proceso de diálogo con las bandas criminales de la región -Locos Yam, RPS, los Mexicanos, los Z y Revolución Cabí- que, aunque ha tenido avances en temas de participación juvenil en iniciativas de paz, no ha logrado frenar el conflicto en la región por cuenta de la presencia, cada vez más activa, del Clan del Golfo.


 

Detrás de esos archivos hay también un relato de identidad. “Había una narrativa muy regional, un espíritu chocoanista. Se hablaba del Frente Unido del Chocó, de trabajar unidos por la autonomía del departamento, que se logró en 1947”, explica el profesor.


 

El guardián de la memoria y del archivo que se niega a desaparecer en Chocó
La preservación de la memoria en regiones como el Chocó no es un ejercicio de nostalgia, es, en esencia, una herramienta poderosa contra la violencia y el olvido.
Foto: Laura Salomón Prieto

 

En su apogeo, Quibdó tuvo siete imprentas, incluida la Departamental. Según Díaz, entonces era un buen negocio la publicación de libros, folletos, entre otros. “El presidente Santander envió la primera después de la Independencia. Luego hubo imprentas privadas y una Departamental. Era un buen negocio. Se producían libros, folletos, revistas. Todo el papel y la tinta venían de Cartagena”, asegura.


 

Y agrega que entonces hubo un “boom” en todas sus formas. “Lo que percibimos es que hubo un “boom” muy importante del desarrollo periodístico, literario e intelectual del Chocó, porque circularon al mismo tiempo varios periódicos, unos diarios, otros semanarios, otros mensuarios. Hubo una producción constante durante todo el siglo pasado (…). En los 90 había ocho periódicos circulando como “Citará”, “Periódico Barulé”, “Chocó Siete Días”, “La Prensa del San Juan”, “Salpicón” y “El Opinador Chocoano”. Hoy no queda ninguno en versión impresa, esporádicamente alguno nacional que llega los fines de semana. Solo sobreviven en digital y muy esporádicamente”, dice.


 

El proceso de recuperación incluyó una experiencia piloto con el periódico “Citará”, editado en los años 90. Hoy ya está completamente digitalizado y disponible en una plataforma tecnológica. Díaz destaca que todo este trabajo lo han asumido como propio los estudiantes de comunicación social y periodismo, y personal de la Oficina de Comunicaciones de la universidad.


 

Antes de digitalizar, los periódicos pasan por procesos técnicos de limpieza para eliminar polvo y hongos, aplicando normas de bioseguridad establecidas por la Biblioteca Nacional. En algunos casos, los ejemplares están incompletos, porque los lectores cortaron imágenes o textos que les interesaban. “Son materiales únicos que no existen sino aquí en el Chocó”, alerta Díaz.


 

La preservación de la memoria en regiones como el Chocó no es un ejercicio de nostalgia, es, en esencia, una herramienta poderosa contra la violencia y el olvido. Documentar los relatos locales, conservar las crónicas del conflicto, visibilizar las luchas por la tierra, por las vías, por la dignidad, permite dotar de contexto a las nuevas generaciones. En una región donde la historia se ha contado muchas veces desde afuera y donde las heridas del conflicto siguen abiertas, estos archivos permiten recordar con nombre propio, con voz propia.


 

El rescate de la memoria ayuda a reconstruir el tejido social y pone en común las experiencias, da legitimidad a las demandas históricas, conecta a los jóvenes con las luchas de sus mayores y, sobre todo, rompe el ciclo de la repetición. Como dice Gonzalo Díaz, ver las noticias de hace 40 años es entender que los titulares son los mismos, que la violencia y el abandono se reciclan. Frente a eso, el archivo no solo informa, sino que advierte.


 

“Curiosamente, viene a verlo y a documentarse con el archivo más gente de otras partes que locales. Pero ya los estudiantes de ciencias sociales y comunicación están comenzando a usarlo para sus investigaciones”, admite Gonzalo.


 

Incluso, en medio de su trabajo encontró unas imágenes en el Archivo General de Indias, ubicado en Sevilla, España. Allí eran unas pinturas sobre la “Provincia de Chocó”, en donde aparecían hombres desnudos con lanzas y arcos, una iglesia y varias viviendas rurales. También encontró un mapa que dice: “Plano que demuestra las inmediaciones de Quibdó, último Pueblo de Chocó con los Indios Bárbaros nombrados cunacunas”.


 

El guardián de la memoria y del archivo que se niega a desaparecer en Chocó
Gonzalo Díaz halló algunas imágenes en el Archivo General de Indias, ubicado en Sevilla, España.
Foto: Cindy A. Morales Castillo

 

Por eso su trabajo no es solo técnico ni solamente cultural. Es, en esencia, un trabajo de paz. Sin memoria no hay posibilidad de justicia, ni de verdad, ni de reparación.


 

El trabajo de Díaz no se detiene en la hemeroteca. También han conformado un archivo fílmico con cerca de 800 documentales y una colección musical que preserva la chirimía y otras formas sonoras del Pacífico. “La emisora de la universidad tiene 45 años. El archivo musical es parte de ese legado. Vamos a intervenir también para preservarlo”, afirma Gonzalo.


 

El proceso de digitalización es laborioso. “Comienza con la limpieza. Luego se escanea con escáneres o celulares de alta gama usando la app CamScanner, que permite OCR. Después se hace retoque, edición de imágenes, se pone marca de agua y se sube a nuestra plataforma”, explica Gonzalo.


 

El lanzamiento oficial de la página fue el pasado 30 de mayo, junto con el documental “Tinta indeleble”, que muestra justamente el proceso para la construcción de esta hemeroteca.


 

Cuando se le pregunta si se siente un guardián de la memoria, responde sin dudar: “Sí, me considero un guardián, un vigía del patrimonio cultural del Chocó. Acabamos de culminar un diplomado en patrimonio y somos 34 personas que nos reconocemos como tales”.


 

Esa red de vigías patrimoniales también vela por bienes arquitectónicos en peligro, como la catedral de Tadó. “Fue declarada Monumento Nacional, pero el comején y el clima la están deteriorando otra vez. Ya informamos al Ministerio de Cultura. No basta con conservar. Hay que apropiarse del patrimonio para entender nuestra historia, valorarla y proyectarla hacia el futuro”, afirma.


 

En tiempos de olvido, Gonzalo Díaz insiste en recordar, y en enseñar a otros a recordar con rigor, con tecnología y con pasión. Su archivo es una trinchera contra el silencio. Porque en el Chocó la tinta, aunque antigua y guardada, sigue siendo indeleble.

 

*Esta pieza periodística hace parte de la iniciativa “Comunidades que Transforman” de El Espectador, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ por su sigla en inglés) y la Embajada de la Unión Europea. Esta es una alianza para producir contenidos que narran los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, las autoridades y el sector privado en la construcción de paz.

 

Comunidades que Transforman