“En la ciudad me sentía fuera de lugar, en cambio este es mi territorio. Aquí siento mis raíces y nos ayudamos entre todos. Por eso quiero quedarme”. Las palabras de Katherine Sinisterra Riascos, de 22 años de edad, reflejan el pensamiento de muchos jóvenes del Pacífico, que tras años de destierro hoy regresan a vivir en el hogar de sus ancestros.
Este retorno está siendo posible gracias a una alianza entre el SENA y Consejos Comunitarios del Pacífico, en el Valle del Cauca, para llevar formación pertinente a los propios territorios donde las comunidades negras han estado expuestas a la desintegración debido a flagelos como la violencia, los desastres naturales, la desatención o la depredación de sus recursos.
“Desde el SENA le estamos dando respuesta a los Consejos en territorios especiales y colectivos de comunidades rurales del Puerto, donde la población quiere capacitarse en su entorno natural, con elementos significativos para mejorar las condiciones de vida y la administración de su territorio. Ellos quieren que su proyecto involucre un elemento esencial: estar en su lugar de origen y hacer posible el retorno a la tierra ancestral, para mantenerse allí”, explicó Óscar Orlando Hernández Noriteño , instructor del Centro Náutico Pesquero, CNP-Buenaventura.
Lideradas por el CNP, la Entidad adelanta actualmente las formaciones en el Corregimiento Bendiciones, de Buenaventura. Sin embargo el proceso conjunto beneficia a personas asentadas en lugares como Córdoba, Nueva Esperanza. San Cipirano, Santa Elena, Cisneros, Zaragoza, Ladrilleros y Juanchaco, así como a otras ubicadas en las cuencas de los ríos Dagua y Calima.
En total, 90 aprendices, que representan a igual número de familias, han atendido programas titulados como Recursos Naturales, Ecoturismo, Sistema Agropecuario y Ecológico, y Manejo Ambiental. Además, muchos pobladores se han beneficiado con cursos cortos complementarios.
La madre tierra en el corazón
“En el 2002 hubo una masacre en el Corregimiento de Cisneros y por eso nos tocó desplazarnos”, recordó con voz tenue la aprendiz Karen Yaritza Ambuilla Ibarqgüén, de 22 años de edad. “Mi familia se tuvo que ir entonces para la ciudad, pero se nos hizo muy difícil acoplarnos a vivir allá. Por eso regresé al territorio y pienso que mi futuro está aquí, gracias a las capacitaciones”.
Voces de esperanza como ésta ahora son frecuentes entre las comunidades negras e indígenas de las zonas rurales de Buenaventura, tal y como lo reafirmó Mariela Angulo Delgado, de 30 años de edad. Para ella, “lo más importante es que aprendimos a manejar las basuras para no afectar el río y ya sabemos cómo hacer mejores cultivos y vender los productos. Nosotras replicamos lo que aprendemos, así que vamos a mejorar mucho el territorio, para dejárselo a nuestros hijos y nietos”.
Mariela, una vecina de Bendiciones que tiene esposo y cuatro pequeños, integraba una de las 217 familias que en el 2006 resultaron damnificadas por una avalancha ocurrida en la vía al mar, que une a Cali con Buenaventura. Ocho muertos y 35 desaparecidos dejó aquella desgracia.
“Ese día, 12 de abril de 2006, nuestro corazón quedó marcado para siempre. En la madrugada, quedamos atrapados entre la montaña y el río, bajo un fuerte diluvio. Muchos amigos y familiares murieron y los que quedamos salimos huyendo”, rememoró la mujer, que entonces tenía 18 años.
En palabras de la Subdirectora del CNP, Ana Milena Alzate Ocampo, “la concertación con los Consejos es la clave de la gran respuesta que tiene este proceso, pues permite dar formación pertinente e incluyente, para el desarrollo integral de las personas, en armonía con sus territorios”.
Tras los cursos cortos complementarios del comienzo y los técnicos que actualmente reciben, las comunidades han planteado la necesidad de recibir programas tecnológicos en un futuro.
La Ley 70 de 1993 les reconoció a las comunidades negras asentadas en tierras baldías de zonas rurales ribereñas de ríos de la cuenca del Pacífico el derecho de propiedad colectiva sobre esos territorios. Según datos del Ministerio del Interior, en el Valle existen 319 Consejos Comunitarios y organizaciones de base de poblaciones especiales. 107 de ellos pertenecen a Buenaventura.
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