Carolina Bazán, estudiante de la Normal Juan Ladrilleros.

 

Historias de amor, aventura, suspenso, terror y fantasía son las que hacen parte de este selecto grupo de cuentos ganadores, quienes por la calidad de sus historias son ejemplo para todo el país.

 

El certamen, que realiza el Ministerio de Educación Nacional y RCN, anunció este viernes los nombres e historias de los ganadores de su séptima versión, quienes tuvieron el reconocimiento nacional en el desarrollo del Hay Festival de Cartagena.

 

Historias de amor, aventura, suspenso, terror y fantasía son las que hacen parte de este selecto grupo de cuentos ganadores, escritos por 30 estudiantes y 5 maestros, quienes por la calidad de sus historias son ejemplo para todo el país.

 

Consulte toda la información relacionada con esta premiación, así como los perfiles de sus ganadores, en el Centro Virtual de Noticias de la Educación -CVNE-, el sitio web del Ministerio de Educación Nacional y en el portal educativo Colombia Aprende.

 

Cartagena de Indias (Bolívar), 31 de enero del 2014. Mineducación. Este viernes Colombia conoció a los 35 nuevos representantes de la narración que hicieron volar su imaginación para participar en la séptima versión del Concurso Nacional de Cuento que finalizó hoy en Cartagena con el anuncio y premiación de este selecto grupo de escritores y sus historias, que fueron seleccionados entre 28.621 estudiantes y docentes de 875 municipios que participaron en el 2013.

 

Historias de amor, aventura, suspenso, terror y fantasía son las que hacen parte de este selecto grupo de cuentos ganadores, escritos por 30 estudiantes y 5 maestros, quienes potenciaron sus habilidades en lectura y escritura y concursaron en este certamen organizado por el Ministerio de Educación y RCN y que en esta versión rindió homenaje al escritor vallecaucano Andrés Caicedo.

 

Los 35 ganadores del concurso son:

 

Categoría 1: estudiantes de 1º a 7º grado

 

La letra de la muerte - Leonardo Sylva Muñoz (Bogotá);

Un sueño hecho realidad - Juan Antonio Arrienta (Montelíbano, Córdoba);

El bosque maravilloso - Ángela Lucía Angarita (Bucaramanga, Santander);

La admiración del poder - Jorge Pablo Velasco (Bogotá);

El demoledor cola de embudo - Dayana Michell Velandia (Sabanalarga, Atlántico);

Fucsia - María Juanita Patiño (Pasto, Nariño);

La historia de Nativerio - Andrés Juan Argote (Pasto, Nariño);

Convertido en lagartija - Juan Andrés Suárez (Barbosa, Antioquia);

¿Cómo despertar la lluvia? - Cristian Felipe Rodríguez (Barranquilla, Atlántico); y

Trabajo solo - Santiago Taborda (Bello, Antioquia).

 

Categoría 2: estudiantes de 8º a 11 grado

 

Yo sentada en una piedra - Natalia Osorno Zapata (Barbosa, Antioquia);

Efecto Doppler sobre la manzana de un cajero en el día de su cumpleaños - Marcelino Hudgson (San Andrés y Providencia);

Mi mamá me las lleva después - Ana María Puentes (Bogotá);

Batallas de un pequeño peón blanco - Ruth Angélica Mejía (Cali, Valle del Cauca);

El último truco - María Sofía Ángel (Barichara, Santander);

Tren al atardecer - David Andrés Rivera (Bogotá);

Historias de dos que querían ser uno - Natalia Andrea Jiménez (Barranquilla, Atlántico);

El amor - Carolina Bazán (Buenaventura, Valle del Cauca);

Como vuelo de pichón - Gabriel Felipe Solano (Chía, Cundinamarca); y

Al otro lado del espejo - Marjorie Pedrozo (Barranquilla, Atlántico).

 

Categoría 3: estudiantes de pregrado de cualquier carrera universitaria, técnica profesional y/o tecnológica

 

Café de miércoles - Diana Carolina Lopera (Barranquilla, Atlántico);

La últimas palabras del viento - David Armando Montealegre (Bogotá);

Alejandra - Yurany Muriel (Ibagué, Tolima);

Viaje con papá - Alfredo Alejandro Rodríguez (Bogotá);

Helado de limón - Mauricio Peña (Neira, Caldas);

La casa de negro - Carlos Andrés Ibarra (Cali, Valle del Cauca);

Mi abuela Fanny Liévano - Laura Saldarriaga (La Ceja, Antioquia);

El devorador de sombras - Oscar Mauricio Corzo;

El río - Cristian Elías Caballero (Caucasia, Antioquia); y

Arturo y los niños de la mesa redonda - Juan Sebastián Velásquez (Medellín, Antioquia).

 

Categoría 4: docentes y directivos docentes de preescolar, básica, media, ciclo complementario y pregrado

 

Díganle a Julio que la guerra terminó - Carlos Arturo Gamboa (Ibagué, Tolima);

El emperador pacifista - Nicolás Cuervo (Bogotá);

La extraña en la ventana - Rocío del Pilar Cruz (Bogotá);

Aura - Ramiro García Medina (Guadalajara de Buga, Valle del Cauca); y

Didáctica y herramientas para un milagro - Eduar Javier Vega (Becerril, Cesar).

 

La selección final de los 35 ganadores fue realizada por un jurado de talla internacional conformado por los colombianos Pilar Lozano, Andrés Felipe Solano y Fernando Quiroz; así como por Gonzalo Moure, de España; y Elmer Mendoza, de México. Ellos compartieron en la mañana del viernes un conversatorio con el periodista Juan Gossaín, en el que contaron sus experiencias en el arte de contar historias.

 

Conozca los perfiles de los autores ganadores, sus historias y el cubrimiento del 7° Concurso Nacional de Cuento en el Centro Virtual de Noticias de la Educación -CVNE- (www.mineducacion.gov.co/cvne), el sitio web del Ministerio de Educación Nacional ( www.mineducacion.gov.co) y el portal educativo Colombia Aprende (www.colombiaaprende.edu.co/concursodecuento).

 

EL AMOR – Carolina Bazán

En cierto libro de matemática, un cociente se enamoró de una incógnita. Él (cociente), producto de una familia de importantísimos polinomios. Ella, una simple incógnita, de mezquina ecuación literal ¡oh! ¡Qué tremenda desigualdad! Pero como todos saben, el amor no tiene límites y va del más infinito al menos infinito.

 

Embargado, el cociente la contempló desde el vértice hasta la base, bajo todos los ángulos, agudos y obtusos. Era linda, una figura impar que se evidenciaba por: mirada romboidal, boca trapezoidal y senos esféricos en un cuerpo cilíndrico de líneas sinusoidales. ¿Quién eres? preguntó el cociente con una mirada radical. Soy la raíz cuadrada de la suma de los cuadrados de los catetos. Pero puedes llamarme hipotenusa - contestó ella con expresión algebraica de quien ama.

 

Él hizo de su vida una paralela a la de ella, hasta que se encontraron en el infinito. Y se amaron hasta el cuadrado de la velocidad de la luz, dejando al sabor del momento y de la pasión, rectas y curvas en los jardines de la cuarta dimensión. Él la amaba y el recíproco era verdadero. Se adoraban con las mismas razones y proporciones en un intervalo abierto de la vida. Luego de tres cuadrantes, resolvieron casarse. Trazaron planes para el futuro y todos le desearon felicidad integral. Los padrinos fueron el vector y la bisectriz. Todo marchaba sobre ejes.

 

El amor crecía en progresión geométrica. Cuando ella estaba en sus coordenadas positivas, concibió un par: al varón, en homenaje al padrino lo bautizaron vector; la niña, una linda abscisa. Ella fue objeto de dos operaciones. Eran felices, hasta que un día todo se volvió una constante. Fue así que apareció otro. Sí, otro.

 

El máximo común divisor, un frecuentador de círculos viciosos. Lo mínimo que el máximo ofreció fue de una magnitud absoluta. Ella se sintió impropia, pero amaba al máximo. Al saber de esta regla de tres, el cociente la llamó fracción ordinaria. Sintiéndose un denominador común, resolvió aplicar la solución trivial: un punto de discontinuidad en sus vidas.

 

Cuando los dos amantes estaban en coloquio, él, en términos menores y ella en combinación lineal, llegó el cociente y en un giro sin límites disparó su 45. Ella pasó al espacio imaginativo y él fue a pasar a un intervalo cerrado, donde la luz solar se veía a través de pequeñas mallas cuadradas.