Mientras, el alcalde encargado, Mauricio Aguirre, afirma más con pasión que con la razón, que la Sociedad de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Buenaventura viene haciendo una labor que merece el reconocimiento general de la población, labor que califica como ‘positiva’, la comunidad religiosa que atiende los deberes en el Cottolengo del Padre Alegre, tiene una opinión totalmente distinta. La Hermana Gisela Pedroza Murillo, cansada ante la falta de solución de la empresa operadora del servicio, acudió a realizar la denuncia pública.
Según expuso la religiosa, el Cottolengo del Padre Alegre, que tiene sede en Buenaventura, está presentando un problema muy grave de agua desde febrero de 2022 y aún no se ha solucionado nada. “Efectivamente, he presentado dos quejas por escritas a la Sociedad de Acueducto y Alcantarillado y me han respondido por escrito también, pero el problema sigue sin solucionarse”.
“El Cottolengo, es una institución que alberga en la actualidad 60 personas discapacitadas, todas mujeres desde los 5 años hasta los 83 años y además, contamos con 18 trabajadores y atendemos esta responsabilidad social, somos cinco hermanas. Aparte de ellos tenemos un comedor que atiende diariamente 100 niños, el cual hace seis meses no se ha podido atender por el problema de la falta de agua en la institución”, afirmó la Hermana Gisela Pedroza Murillo.
Insiste en su solicitud “que por favor solucionen el problema del agua porque nos están mandando un tanque de agua y eso no me soluciona para nada. Son 60 personas discapacitadas el 90 % de ellas van en silla de ruedas y son de incontinencia fecales y orinarías, por lo cual requiere una cantidad de agua para tener la casa en condiciones. Se comenta que gastamos más agua que un hospital y es verdad, porque cuando vamos al hospital ni bebemos agua en el hospital, ni lavamos nuestra ropa y el aseo personal es el mínimo, cuando ya te encuentras bien, el paciente se va a su casa y te aseas como Dios manda, pero, nosotros no lo podemos hacer en nuestra casa, necesitamos realmente tener agua para atender dignamente a estas personas”.
Exclamó que “cuando un niño no tiene agua en la casa, va y se baña donde los vecinos, igual puede pasar con el lavado de la ropa, pero nosotros no podemos hacer eso con las niñas porque son enfermas que van en silla de ruedas, no me puedo desplazar con ellas. Esta semana tuve que repartir la ropa para que la pudieran lavar porque en Cottolengo ya no se pueden lavar porque no tenemos nada de agua. Ya vamos a completar un año y no hay solución de parte del operador del servicio de agua”.
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