Abr 24, 2024

‘Cicatrices en la tierra’ Sueños de paz y libertad: una búsqueda que no termina

 

‘Cicatrices en la tierra’ Sueños de paz y libertad: una búsqueda que no termina

 

Eso narra Cicatrices en la tierra, el documental del director y productor Gustavo Fernández, quien también realizó la investigación y escribió el guion de esta película que llega a cines este 17 de marzo.

 

Cuenta la historia de los hijos de cuatro familias de origen campesino, con carencias materiales y destinos diferentes: William, el hijo pródigo que retorna donde su madre después de 25 años; Fabián, que a los 9 se fue a jugar a la guerra y ahora busca incesantemente una figura paterna; David, que trata de forjar otra vida con su compañera y su hija, y Janeth, que reivindica su familia ‘fariana’ y ahora, lejos de las balas, decidió ser madre e intenta completar sus estudios de enfermería.

 

El resultado es un filme duro y realista del sentir de estos cuatro excombatientes de las Farc, a los que el director encontró en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación – ETCR-, habilitados desde el 2017 para su reinserción, luego de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc EP y en donde los firmantes construyeron sus casas con materiales entregados por la Agencia para la Reincorporación y la Normalización ARN.

 

En un proceso que duró cuatro años, Gustavo Fernández capta de cerca su sentir, sus miedos y anhelos y registra la cotidianidad de una comunidad que se debate entre la incertidumbre por su futuro y el de sus familias, y el no saber si su apuesta por la paz fue una decisión acertada, pero que sí sabe que es irreversible. Una y otra vez se pasea entre la esperanza, el dolor y la resignación de manera cruda y realista, logrando adentrar al espectador en esa otra cara del conflicto que la estigmatización no deja ver.

 

Lo hace a través de la mirada de William, Fabián, David y Janeth, quienes siempre tienen presente el paisaje, el territorio, las heridas y cicatrices de una Colombia olvidada, que es de lo poco a lo que pueden asirse para consolidar un proyecto de vida sostenible, porque cuando las heridas están abiertas, cerrarlas es un proceso lento y esa espera puede ser muy dolorosa, a veces hasta se pierde la esperanza de que desaparezcan.

 

La película, de 118 minutos de duración, es un estudio sobre la incertidumbre y la esperanza, sobre la belleza dolorosa que emana del duelo inconcluso por los viejos ideales, por un país que ya no pudo ser y el reto colosal de construir desde las ruinas.

 

Fue filmada entre 2016 y 2020 en Icononozo (Tolima), Puerto Asís (Putumayo), Macanal (Boyacá), Neiva (Huila) y Bogotá. Es producida por el mismo director Gustavo Fernández con el apoyo de Guateque Cine y distribuida por Danta Cine.

 

Las caras de una historia que no acaba de contarse

 

Desde los ETCR y desde los lugares donde ahora viven quienes no continuaron allí, Cicatrices en la tierra muestra otro lado de ese poliedro del conflicto.

 

“El filme nació de una forma un poco rara, producto más de un impulso tras iniciarse el proceso de reincorporación de la guerrilla”, cuenta el director. Ese impulso le vino cuando en septiembre de 2016 se dio la firma del primer acuerdo de Paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc, en La Habana. Con su cámara se fue al Parque de los Hippies en Bogotá y grabó las reacciones de las personas, llenas de efervescencia, lo que consideró un gran paso hacia adelante en un país acostumbrado a caminar hacia atrás.

 

El 2 de octubre vio a través de su lente la enorme decepción con el NO al plebiscito y esa misma semana asistió a la marcha en Bogotá. Intuitivamente tomó la decisión de contarlo todo y durante mes y medio registró todas las manifestaciones y el campamento de resistentes que se instaló en la Plaza de Bolívar.

 

Ya en 2017, de repente vio en las redes y las noticias cómo los guerrilleros empezaron a dejar la selva hacia los espacios de reinserción y entonces se preguntó quiénes eran esos que ahora además de fusil aparecían en familia, cargados de chécheres e incluso con bebés.

 

Buscó la forma de llegar a esos espacios. Primero a la zona veredal de La Carmelita, en Putumayo, y luego a Icononzo (Tolima). Y entonces ante sus ojos se abrió otro mundo: rostros y diálogos muy distintos de los que había imaginado, ser presentado y aceptado.

 

Conoció a David, un excombatiente y escritor frustrado, y a través de él empezó a seguir a otros, como William quien se convirtió en eje de su relato y a quienes desde el 2017 visitaba periódicamente. Ya hacia fin de año observó cómo se sucedían asesinatos de campesinos, líderes sociales, excombatientes y otros eventos de violencia, en las antiguas zonas ocupadas por las Farc.

 

Cada testimonio fue guiando al director en su trabajo, “se creó una relación de aceptación mutua, de conversaciones espontáneas, sin pretensiones ni discusiones preconcebidas y empecé a seguir un camino con cada uno”. Fue así como conoció sus relaciones y el común denominador que los unía, su origen humilde.

 

Cicatrices en la tierra es una herida que quiere sanar, pero aún sangra, aún duele y recuerda algo que no debió pasar, pero sucedió. Que debió terminar, pero sigue ahí.