Es hora de decisiones, las tomamos para bien o para mal. Pero, igual las tomamos.

 

 

El voto o es de confianza o es de conciencia. Es para los amigos o para quien nos interesa.

 

 

El voto es para marcar las diferencias, para establecer que tenemos el sagrado derecho y deber de elegir a quien mejor nos represente.

 

 

Pero eso sí, nunca debe ser una imposición o una venta descarnada por tan poquito. Pues quien vende su voto recibirá su recompensa inmediatamente vote o antes de hacerlo, pero nunca más recibirá los beneficios que se le han prometido.

 

 

Confianza o conciencia, vaya uno a saber si en la confusión se peca, pero seguro es la mejor manera para dilucidar cualquier duda.

 

 

Confianza para quien conocemos y entendemos puede lograr un mejor resultado en la búsqueda de soluciones.

 

 

A conciencia por encontrar coherencias en el discurso y en la manera como la persona ha manejado su vida.

De otra manera será entender de que  a quien elijo, me engaña a mi y al resto de los conciudadanos.

 

 

Será que nos gusta vivir en el caos. Dominados por unos pocos. Saquiadores de lo que muchos hemos aportado. Cínicamente dedicados a entregar a medias las cosas, al serrucho, a la mordida, a lo mal habido, a dejar que por su espalda corra la corrupción y después con unas lágrimas pretendan el perdón y el olvido.

 

 

Está bien no se trata de avivar odios. Se trata de caminar por una ciudad que se merece mejores condiciones que, obviamente, nos mejoran a todos. Esto si es conciencia y depositar confianza.

 

 

Pero no quiero oir más de lo mismo en las esquinas. Mejor dicho mis cervezas no aguantan tanto...¿las suyas?