Abr 20, 2024

Pensamiento social y político de Monseñor Gerardo Valencia Cano

  • Ago 26, 2017
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Pensamiento social y político de Monseñor Gerardo Valencia Cano

Monseñor Gerardo Valencia Cano (QEPD). Foto: misionerosdeyarumal.org

 

Por

Jesús Glay Mejía Naranjo

Desde el Pacífico Colombiano en su centenario

 

Un hombre singular - único. Inspirado en los principios cristianos llega hasta romper con las ataduras que impiden en la iglesia los cambios que las nuevas realidades sociales y culturales reclaman, asumió los retos políticos en la lucha por la justicia social en un mundo dominado por el individualismo y la injusticia, hasta entender los signos de los tiempos y llegar más allá de los límites imaginados por los líderes religiosos, sociales y políticos de la época.

 

Un profeta, superó con creces su papel de pastor de un pueblo, hasta proyectarse universalmente, su obra espiritual y política rompió con lo particular y local, por eso mismo su profetismo, que significa más que mirar el futuro su capacidad para comprenderlo y asumirlo, conservó un profundo sentido de la vida, de la espiritualidad y de compromiso, para sus estudiosos un adelantado de la época.

 

Dos cualidades lo acompañaron toda su vida: Su profundo sentido religioso y su espíritu de reflexión y comunión lo acompañaron toda su vida, perfilaron su vocación, le dieron la fuerza para denunciar la injusticia social, proclamar el cambio y le permitieron soportar las persecuciones e incomprensiones que debió afrontar.

 

Obispo de Buenaventura, se destacó como pastor, emprendedor y promotor de obras como la creación de nuevas parroquias, colegios y centros sociales.

 

Este primer momento de pastor, se distingue al igual que en el Vaupés (en donde fue prefecto antes de llegar a Buenaventura) por su vocación, encarnación y compromiso con su pueblo.

 

Ambas experiencias en regiones de alta pobreza, de etnias indígenas y afros sometidos al abandono del Estado, al marginamiento y la exclusión social, lo impactan en su visión de la sociedad, de la justicia social, lo hacen cada vez más sensible preparando su espíritu que con las enseñanzas del Concilio Vaticano II, ante las injusticias sociales producto del capitalismo que oprimía a los pueblos, lo perfilarían como un gran líder de la iglesia en el tercer mundo.

 

Monseñor Gerardo Valencia Cano, postconciliar. El Concilio Vaticano II, introduce profundos cambios en la iglesia, modernizándola y acercándola a los fieles y a las nuevas realidades sociales, influencia de manera decisiva en su vida y ejercicio de su apostolado, coinciden y comparte las ideas de cambio y renovación de la iglesia,

 

Gerardo Jaramillo, su principal biógrafo, dice de esta nueva faceta de Valencia Cano:

 

Es de notar que nuestro profeta iba demasiado rápido. Nadie lo podía seguir. Llevaba la velocidad del viento, del viento del espíritu que lo empujaba a donde quería. A propósito de Melgar, encontrará el Concilio superado. A propósito de Golconda encontrará superado a Medellín, y a propósito de la reunión de Iquitos, encontrará a Melgar ya anticuados. Gerardo parece otro Elías arrebatado por el fuego. Va y viene, habla y actúa, truena y condena la injusticia, predica y exalta el cambio. (Jaramillo, 2008. P, 188)

 

El movimiento político afrocolombiano.

 

Santiago Arboleda, historiador, al referirse a Valencia Cano, le reconoce los aportes y ser el precursor del Pensamiento Político Afrocolombiano. Considera: Que entre las décadas de los 50 y 70 el obispo Monseñor Gerardo Valencia Cano contribuyó a sentar las bases de un pensamiento concientizado (político afrocolombiano) desde y con los afrocolombianos, que a juicio del autor rebasa el plano de lo solo político para constituirse en un planteamiento de dimensiones humanas, que califica de una dimensional obra de redención humana.

El obispo socialista.

 

Soñó con un socialismo que a diferencia del materialismo no supeditara a la persona a la economía, que no limitara la libertad de la persona, fundamentado en las relaciones humanas, en donde la perfección del individuo se mide por su disposición a la ayuda y cooperación desinteresada con el otro, en donde el evangelio es el código que rige las relaciones y la persona pueda desplegar su trascendencia, en beneficio del bienestar y de la comunidad. Un socialismo de la fraternidad e igualdad, una utopía de las relaciones entre las personas, por construir.

 

Evangelización y la labor misionera.Convencido de la necesidad de transformar la forma como se practicaba la evangelización, consideraba necesario los sacerdotes estudiaran antropología que les permitiera a partir de una teología antropológica comprender la cultura de los pueblos y así llegar sin imponer las ideas muchas veces sin entender, se propuso efectuar cambios en la labor misionera.

 

La educación como factor de desarrollo humano y liberación.Con esa misma fuerza y profetismo con que promovió los cambios sociales y la acción de la iglesia, avizoró en la educación la posibilidad para el desarrollo humano del Pacifico y la liberación de los oprimidos, fundó a lo largo del territorio escuelas para los indígenas del San Juan, vinculó al Instituto de Acción Cultural Popular-ACPO para el desarrollo campesino, colegios para los y las jóvenes en labores industriales, pedagógicas, comerciales, hogar para niños de la calle, escuelas populares y centros de artesanías, apoyó la acción social de la juventud, invitó a colaborar a organizaciones de bienestar y desarrollo, su última obra educativa la Aldea Matia Mulumba en donde esperaba poner en práctica su visión de la evangelización ajustada a la realidad de América Latina.

 

El pensamiento y las acciones de Valencia Cano, es universal proyectado desde lo local en donde fue su actuar. Identifica y denuncia la opresión, la explotación y el marginamiento de los negros, indígenas y mestizos del Pacífico, en Buenaventura, trascendió al plano político al señalar la injusticia que padecía la persona, la trabaja desde lo particular del territorio, lo general de la especie: la persona y lo universal de la condición social, los explotados. Articula las categorías: condición particular de la Costa Pacífica con lo universal de la condición humana.

 

El mejor legado de monseñor GERARDO VALENCIA CANO, su vida como testimonio, sus enseñanzas, la educación como instrumento de liberación, trabajar a la persona en su dimensión integral y trascendente, y el haber denunciado la pobreza y exclusión de los hombres y mujeres del Pacífico, la que visibilizó.

 

Estoy convencido de la singularidad de su Ser, de su humildad, de su entrega, de su espiritualidad, de su compromiso, de su encarnación y comunión, cumplió con sus propósitos, eran esos, no podían ser otros, era su labor profética.

 

Gerardo está presente en los afros, los indígenas, los pobres, como dice la gente de Santo Domingo, Antioquia en esta conmemoración: “Un obispo que se hizo pueblo”.

El Pacífico, agosto 26 de 2017