Abr 19, 2024

A la naturaleza no se le abandona

  • Nov 24, 2014
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A la naturaleza no se le abandona

Por Rodrigo Victoria Botero

 

En medio de las balas y el traqueteo de las armas explosivas, un reducto de las Farc se atrevió a violentar a Gorgona, reserva natural que se enmarca dentro del ecosistema de la Isla Malpelo, declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Esta acción, demencial como la mayoría que hacen, dejó como única víctima a un hombre con perfil de héroe, que sabía que lo buscarían hasta el final.

 

El teniente John Álvaro Suárez Carvajal, indicó a su llegada a la isla ciencia que por ser objetivo militar de la guerrilla, ante sus acciones como servidor de la Policía Nacional, debían tomarse medidas de defensa y adelantar un entrenamiento a empleados, investigadores y turistas.

 

No obstante, sus advertencias quedaron en un escritorio. Tal vez porque nadie creería que este grupo fuera a atacar uno de los pocos paraísos de la diversidad y laboratorio viviente para la investigación científica. O porque la capacidad de prevenir tragedias es común entre los encargados de tomar decisiones para bien de los colombianos.

 

Hasta allá, precisamente en la madrugada del día que debía iniciar su traslado, llegaron estratégicamente, con mucha inteligencia y con la sevicia que caracterizan sus actos para cumplir su cometido, ante la ausencia fría, desconcertante y poco inteligente de las Fuerzas Armadas y su jefe máximo.

 

Esta selva tropical rodeada de mar, con sus más de 61 mil hectáreas de superficie marina y continental, guarda desde su descubrimiento, 1.524, grandes secretos que apenas si son estudiados por cientos de científicos, catedráticos y alumnos venidos de rincones de Colombia y del mundo.

 

A la naturaleza no se le abandona

 

Allí, en este territorio aislado de Colombia que no sobrepasa los 330 metros de altura, están los restos de una cultura precolombina del siglo XIII A.C. que han sido fundamentales para la comprensión de la etnohistoria; especies animales (en tierra y mar) y vegetales endémicas y adaptadas por el hombre que la ha habitado.

 

Más para bien, Gorgona se resiste a que el hombre la invada, se pelee por su propiedad, debata sobre la conveniencia de no guardar secretos naturales sino hasta a los mismos delincuentes que dejaron, paradójicamente, en ruinas las casas de los policías que la cuidaban como si no fueran suficientes las que aún, en pie, mantienen la historia del horror de una de las cárceles más inhumanas que existió en el país.

 

Gorgona sigue naturalmente esperando que migren especies, hombres buzos, científicos, maestros, alumnos, turistas y que sobre su selva virgen se sigan paseando los basiliscos, los micos cariblancos, los monos perezosos, los murciélagos, las aves, las serpientes que derivaron su nombre y se enamoren las yubartas.

 

Que los visitantes se deleiten recorriendo sus senderos, atravesando la isla hasta playa blanca y disfrutando del mundo subacuático. Que el Estado se haga presente para preservarla natural y como parque natural nacional que es desde 1984, a la vez que protege a sus hombres encargados de velar por la integridad y soberanía nacional.

 

Al carabinero Suárez Carvajal, un busto como héroe por su servicio a la patria.